En la actualidad se realizan multitud de cirugías en el área abdominal, por indicaciones muy variadas: cesáreas, resección de tumores, histerectomías, abdominoplastias, tratamiento de las complicaciones por la colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn… La tendencia es que estas intervenciones sean Cuidados tras la cirugía abdominal cada vez menos invasivas. Pero en ocasiones es inevitable el daño de estructuras profundas (vísceras) o superficiales (musculatura y fascias). Éste puede provocar, si no se toman las medidas adecuadas, problemas futuros. Por eso se debe prestar atención a los necesarios cuidados tras la cirugía abdominal desde el momento inicial.
Como norma general, y de forma análoga a cualquier otra cirugía, el mensaje más importante es: “escucha a tu cuerpo”. Tan malo es el inmovilismo que retrasa la recuperación, como el exceso de actividad o los movimientos bruscos. Se debe aplicar siempre el sentido común, intentando avanzar de forma progresiva. Y sin dudar dar un paso atrás siempre que el cuerpo no tolere bien un determinado avance. Se debe prestar especial atención al dolor, pues es un mecanismo de protección natural (nos avisa de que “algo pasa”).
Aunque este dolor se convierte en un freno para la recuperación, por lo que en cualquier postoperatorio es necesario avisar (al equipo médico o al personal de enfermería) si éste no está bien controlado, para que se pueda administrar la analgesia adecuada. Un correcto manejo del dolor permitirá una mejor y más rápida recuperación.
El dolor puede ser de tipo visceral (de los órganos internos o por la(s) cicatrice(s). El cuidado de éstas es muy importante, debiendo procurar una higiene adecuada (lavado y secado minuciosos). En casos de cicatrices dolorosas en el postoperatorio tardío, debe consultarse también al médico con el fin de evitar la cronificación del dolor.
Como siempre explico, la base sobre la que se sustenta cualquier reeducación en la que están implicadas las zonas abdominal, lumbar o el suelo pélvico (parte del core), es la respiración correcta.
Aunque, las recomendaciones iniciales difieren de las que habitualmente le doy a mis pacientes. Aunque el objetivo final es restablecer la respiración abdómino-diafragmática (inhalar expandiendo el abdomen, exhalar llevando el ombligo hacia atrás y arriba), este patrón es difícil de llevar a cabo en el postoperatorio inmediato de intervenciones en el abdomen.
Por ello, el objetivo inicial será realizar la respiración torácica, evitando que ésta sea superficial. Se deben buscar inspiraciones y espiraciones lo más prolongadas posible, en función de la tolerancia de cada paciente. De esta forma, se disminuye el riesgo del acúmulo de secreciones y las posibles infecciones respiratorias. Suele ser necesario instruir al paciente sobre cómo hacerlo bien, así como aprender a realizar una tos efectiva que permita eliminar la mucosidad.
De forma progresiva, a medida que se vaya tolerando, se irá añadiendo el componente abdominal de la respiración.
Además, como parte de la reeducación respiratoria se deben realizar movimientos de los miembros superiores (los brazos) que ayudaran a aumentar la capacidad pulmonar y a recuperar la movilidad de la parte superior del cuerpo.
El tiempo de inmovilización tras cada intervención es muy variable. Pero cuando se trata de cirugías “agresivas” puede ser necesario permanecer encamado o sentado durante largos periodos.
La pérdida de masa muscular es muy rápida en procesos que requieren reposo. Por este motivo, es recomendable realizar, varias veces a lo largo del día, movimientos activos de los tobillos, las rodillas y caderas, que además de evitar la atrofia de la musculatura, mejorará la circulación facilitando el retorno venoso lo que disminuye el riesgo de tromboembomismo.
Es habitual que para evitar el dolor cuando se inician la sedestación (sentarse), la bipedestación (ponerse de pie) y la marcha, se adopten posturas antiálgicas, es decir, posturas anómalas para evitar sentir dolor (hombros caídos, flexión de caderas…), pero que suelen ser inadecuadas desde el punto de vista del control postural.
Para evitar actitudes o posturas viciosas que a largo plazo perpetúen el dolor, es necesaria una analgesia adecuada y la corrección postural por parte de un experto (médico rehabilitador, fisioterapeuta).
Es también muy importante hacer de forma adecuada los esfuerzos y gestos como levantarse de la cama. Hacerlo de forma incorrecta, cuando existe una zona recién operada, puede provocar complicaciones dehiscencias(apertura) de las heridas operatorias o aparición de hernias sobre el área intervenida.
El último de los cuidados tras la cirugía abdominal está relacionado con la actividad deportiva. En cuanto sea autorizado por parte del equipo médico, se debe comenzar a dar paseos. El tiempo y la velocidad de los mismos variarán en función de la intervención realizada, del tiempo de evolución y de la tolerancia al esfuerzo.
De forma progresiva, y dependiendo de dichos factores, se podrá (se deberá) ir incorporando actividad física específica, respetuosa con la zona afectada y que contribuya a normalizar el tono y fortalecer la musculatura profunda (core). Actividades como el yoga o Pilates adaptados y supervisados por expertos, pueden ayudar a conseguir estos objetivos.
Se deben evitar actividades de impacto o que impliquen un exceso de esfuerzo, pues éstas podrían provocar complicaciones innecesarias (herniaciones, dehiscencias).
Fuente original: dramoralesruiz.com
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